sábado, 7 de enero de 2012

Damian Hirst

 Damian Hirst va a inaugurar una exposición global con  el galerista Larry Gagosian desde el 12 de enero hasta el 18 de febrero. No voy a juzgar el tipo de obra elegida para  esta gran exposición, en la que se mostrarán sus  Spot paintings (pinturas de puntos) realizadas desde 1986 hasta la actualidad.



En esta ocasión quiero opinar sobre el afán de notoriedad y monetario que siempre busca en sus exposiciones, dos objetivos que creo forman parte de la obra,  tanto en su contenido como ejerciendo de motor de la misma. Una visión que puedo considerar lógica dentro del mundo en el que vivimos, en el que el valor de cualquier cosa viene dada  exclusivamente por su valor económico. Que sea así actualmente como se valoran las cosas (y en este caso el arte) debería ser suficiente incentivo para realizar una obra crítica con esta manera de evaluar la creación; y esta crítica no ha de ser únicamente desde un punto de vista anticapitalista, ya que considero conveniente tratar de mantener un mercado artístico, si bien fuera de las instituciones y museos. Hirst, sin embargo, nada abiertamente a favor de corriente, utiliza la fama adquirida a través de Saatchi, con aquella obra sorpresiva y espectacular, para crear interés y expectación y  además acrecentar el valor de su trabajo, encarecer lo. Una muestra de esa manipulación comercial fue la compra de la obra For the Love of God, llevada a cabo por un consorcio  de inversores; más tarde se supo que su manager, su galerista y él mismo formaban parte de estos inversionistas; o la subasta directa que realizó Sotheby’s en 2008 de 223 de sus obras: la mayoría de ellas acabaron en manos de Gagosian y White Cube a precio de mercado, estrategia para evitar que se depreciasen el resto de obras del artista que poseían y poseen estas galerías; con esta suerte de actuaciones da la impresión de que Damian Hirst crea objetos meramente mercantiles (si  el sentido final es o no mercantil requeriría profundizar más en sus intenciones artísticas). En definitiva, aunque personalmente aprecie mucho determinada obra de Hirst  (la serie Natural History, por ejemplo, me parece muy interesante), esta vez quería llamar la atención sobre los parámetros en los que se mueve una parte del arte contemporáneo, la parte más visible, puesto que estamos hablando del artista vivo con la obra más valorada económicamente.

                                                               


                                                                                           For the god of love